jueves, 31 de marzo de 2016

Albarracín a Cella


Hola amigos,

Aún no estoy recuperado, la fiebre sigue ahí…, pero las horas de descanso en el Hotel Arabia, me permiten continuar con mi camino hasta Cella, la última jornada en la ruta Las 3 Taifas. Antes de partir hablo un largo rato con David, quien me explica cómo cultivan carrascas inoculadas con trufa, para después, sus propios perros debidamente adiestrados, extraigan la trufa de invierno, que como todos sabéis, es un manjar muy cotizado.
Gracias David y José Luis por el magnifico trato y atención que me habéis dispensado.

Transcurridos unos pocos km. desde Albarracín, de camino hacía Gea de Albarracín, está situado el Castillo de San Croche, ubicado junto a la carretera. Se trata de un castillo roquero medieval casi destruido. Alzado en un montículo, domina en gran medida la vega del río Guadalaviar. 
Está considerado “Bien de Interés Cultural”. Actualmente pertenece a la familia de David y José Luis, dueños del hotel Arabia.

No tardo en dar con una de las joyas más emblemáticas de esta zona: El acueducto romano. Construido en el siglo II, estamos hablando del cuarto mayor acueducto de la Península, con una longitud de 18 kilómetros. Sin duda es una de las grandes obras que dejaron los romanos en la antigua Hispania. Una colosal construcción para la época. Su misión era la de transportar las aguas del río Guadalaviar, desde Albarracín hasta Cella. En su primer tramo hasta la localidad de Gea de Albarracín el acueducto discurre por una galería de 2 metros de altura.

Cuando se acerca a Las Hoyas de la cañada de Monterde, el acueducto se introduce bajo tierra a lo largo de 4,5 km, para aparecer en la rambla de Rubiol, antes de llegar a Cella. El acueducto está aquí completamente excavado en roca, discurriendo a una profundidad media de 30 metros, llegando en algunos puntos a los 60 m. bajo la superficie.

El trazado del acueducto se revela en la superficie por la presencia de hoyas o pozos, con unas dimensiones de unos 8x15 metros, que aparecen a intervalos que oscilan entre los 30 y los 45 metros. Estos pozos eran necesarios para la excavación del acueducto, permitiendo la entrada de aire, de luz y la evacuación de los escombros.


Los trabajos de construcción de este tramo debieron de ser extremadamente duros, ya que los obreros tuvieron que perforar primero los pozos verticales hasta la profundidad necesaria calculada por el topógrafo. En ese momento los obreros comenzaban a excavar galerías en ambas direcciones para conectar con las galerías que se estaban realizando desde otros pozos similares. Cuando una sección había perforado unos 20 metros, el topógrafo comprobaba con un nivel de agua (llamado en aquella época: Chorobate) si la pendiente era la adecuada o si se debía corregir la excavación. La precisión de estos cálculos era realmente extraordinaria, detectándose únicamente pequeñas desviaciones que provocan uniones en ángulo o incluso correcciones en la galería, aunque no en el nivel del suelo del canal.

Como digo, las condiciones de trabajo en el interior de estos túneles eran muy duras. Un hombre escavaría con el pico, mientras otros, a su espalda, retiraban los escombros en unas cestas que se sacaban por los pozos verticales, mediante poleas. La oscuridad era casi total en el interior del túnel, por lo que los obreros se veían obligados a iluminar la zona de trabajo con lámparas de aceite que producían un humo denso, agravado por el calor y la falta de renovación de aire.

Este tipo de construcción original y muy laboriosa no es algo ideado por los romanos, sino que ya se construían en la época del imperio Persa, hace 2600 años, donde existen miles de canales de este tipo, denominados qanats. Yo he podido ver y admirar varios de ellos en mi viaje a Irán el pasado año 201
5  http://jongaldosiran2015.blogspot.com

Hoy en día este Acueducto cuenta con un Centro de Interpretación y hay zonas de su recorrido acondicionadas para ser visitadas. Sin duda, merece la pena dedicar unas horas a visitar esta espléndida construcción.


Gea de Albarracín

Localidad de Teruel, perteneciente a la comarca de Albarracín, asentada a 1031 m. de altitud, junto al cauce del río Guadalaviar, que en árabe significa río Blanco. Cuenta con 350 habitantes aproximadamente.


Hasta el 20 de Agosto de 1610 fue un pueblo árabe muy importante en la comarca, ya que tenía 2340 habitantes, un número elevado para la época. Ese día fueron expulsados 2260 moriscos; es decir, el 97% de su población, que salió de Península por el puerto de Tarragona. Posteriormente fue repoblado por cristianos de origen navarro, castellano, valenciano, catalán y andaluz.

La influencia islámica aún se puede percibir en la configuración y arquitectura de algunas callejas y casas de su casco antiguo, muchas de ellas originales y bien conservadas. Sin embargo, las casonas y los principales edificios religiosos son de los siglos XVII y XVIII, época de mayor esplendor de la población.

Quizá el patrimonio más importante de Gea de Albarracín sea el convento de la Virgen del Carmen, construido en la segunda mitad del siglo XVII, de estilo barroco, el cual guarda un estupendo claustro de tres alturas. Particularmente notable es la calle Mayor, en su tramo central, entre la iglesia y la Plaza Mayor, con sus casonas bien cuidadas.


Cella

Municipio de Teruel perteneciente a la comarca del mismo nombre, situado sobre una llanura, en las últimas estribaciones de la sierra de Albarracín, en el nacimiento del río Jiloca, asentado a 1023 m de altitud. Posee unos 2600 habitantes.

Aunque sus orígenes se remontan a la época romana, sobre el año 1100 ya existía la ciudad con el nombre árabe de "Azehla". En el Cantar de Mío Cid se menciona con el nombre de "Çelfa" y se hace referencia al acueducto romano. Es en Cella donde, según el Cantar, el Cid espera los refuerzos necesarios para acometer la conquista de Valencia.


Entre su patrimonio más importante hay que señalar el pozo artesiano, la llamada "Fuente de Cella". Se trata de un gran pozo construido en el siglo XII, siendo uno de los más grandes de Europa. Tiene forma elíptica, con un diámetro superior a 34 y un perímetro de 130 metros. De este pozo mana un caudal de unos 3.500 litros por segundo, que va a parar al llamado Rio Madre, del que procede el Jiloca. Hay quien asocia el origen del Pozo de Cella con los Templarios, allá por el siglo XII. Fue el Obispo Torroja quien concedió licencia a la Orden del Temple para que reconstruyeran el pueblo en 1177. Los monjes guerreros se establecieron en la plaza fuerte del Castillo de Cella. Todavía hoy pueden recorrerse las ruinas del castillo, muro y base de un torreón rectangular. Todo el pueblo fue amurallado a mediados del siglo XIV.

Cantar:
“A quien quiera ir conmigo a cercar a Valencia
todos vengan de su grado, a nadie se le apremia,
tres dí­­as les esperaré en el Canal de Cella”.


No hay que irse de Cella sin visitar el edificio del Ayuntamiento, del siglo XVI, construido en piedra de sillería y admirar su porche y ventanas, con arcos de medio punto.

Con esta etapa doy por finalizado el tramo denominado Las 3 Taifas, que discurre por territorios que fueron de las antiguas taifas de Toledo, Albarracín y Zaragoza, todo ello enmarcado en el largo Camino del Cid, nuestro personaje, Rodrigo Díaz de Vivar. Han sido un total de 307 kilómetros, realizados en 8 días de caminata por tierras que ahora son de Zaragoza, Guadalajara y Teruel, en los que he podido visitar numerosos pueblos. Este tramo ha sido especialmente duro, ya que gran parte del recorrido discurre por montaña y a gran altura. Han sido muchos los puntos a sortear, con alturas superiores a los 1400 ó 1500 metros. Lógicamente la altitud conlleva condiciones climatológicas propias; esto es, frío, viento, etc.

En los próximos días escribiré una valoración de este viaje...

Un abrazo



 

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